Muestra de mis pinturas al oleo (soy pintora aficionada), cuentos del campo, recetas de comidas mapuche y del sur desde la experiencia de las abuelas. Recopilación de cuentos desde la oralidad como lo han hecho tantos escritores,se refleja el sentir desde la sencillez de sus protagonistas.
Bienvenida y presentaciòn
Soy Gabriela, profesora, contadora y pintora aficionada, a la pintura al oleo, a la literatura, a la cultura y las artes en general, respetuosa y admiradora de la gente sencilla que tiene mucho que contar y enseñarnos, tambièn de la naturaleza y de todo lo que en ella existe.
Te invito a visitar mi blog con mis pinturas, tambièn algo de poesìa , relatos cortos, y recetas de cocina mapuche que es el entorno donde vivo , por lo que he recopilado relatos orales de las personas con más sabiduría y tambièn acerca de sus interesantes comidas con ingredientes naturales y muy sanos.
Te invito a visitar mi blog con mis pinturas, tambièn algo de poesìa , relatos cortos, y recetas de cocina mapuche que es el entorno donde vivo , por lo que he recopilado relatos orales de las personas con más sabiduría y tambièn acerca de sus interesantes comidas con ingredientes naturales y muy sanos.
sábado, 4 de septiembre de 2010
Sueño alarmante
Un dìa creì que estaba despierta y me mirè las manos, en mi mano derecha me faltaban los dos dedos màs pequeños, estaban cortados quirúrgicamente, las puntas selladas redondeadas, cortes limpios y heridas sanas, me acariciaba la mano con mi mano izquierda y sentìa que me faltaba tanto, que era tan importante tener esos deditos faltantes, y aunque tenìa 3 dedos màs que actuaban como pinzas, yo sufrìa mucho por la ausencia de los pequeños deditos, que significaban tanto y eran tan importantes para mì. Me despertè llorando porque en ese mismo sueño o ensueño yo misma pensaba que el dedito màs pequeño era mi hija Anita y el otro màs grandesito era Andresito que ya no estaban cerca mìo, ellos ya estàn separados de mì, son independientes, pero aùn razonando acerca de esto, sufrìa por no tenerlos cerca porque era una separación brusca y dolorosa..
El solitario ratón
Suponìa que al llegar a vivir al campo, me encontrarìa con muchos ratones, tenìa pavor, pero al correr de los dìas sòlo vì uno gordo y brillante, de color negro que iba a observar a Andrés (mi esposo), cuando cortaba trozos de leña con sierra., este roedor llegaba a morder los cuspes de madera , no se asustaba, ni corrìa.
La primera vez que lo vì quise gritar pero Andrés me indicò silencio para no espantarlo, yo le decìa: “- pègale,, mátalo”, al poco rato se fue caminando entre la yerbas en una hendidura que parece que habitaba en ese lugar de antes que nosotros llegáramos.
Nosotros empezamos a limpiar y desmalezar el lugar, arrancando las zarzas, sacando troncos secos, retiramos ramas caìdas, con todo esto desarmamos su entorno o habitat.
Andrès siempre lo veìa y no hacìa nada por ahuyentarlo, pero le extrañaba que viviese solo, sin familia, parecìa ser viejo, caminaba muy lento.
Un dìa lo encontrò muerto panza arriba y dice que le diò mucha pena, con una bolsa de plástico lo tomò , y lo puso sobre una fogata, que prendió especial para su incineración, esta fue la pira funeraria de este solitario ratòn de campo.,
La abuelita
El pajarito venìa todos los dìas desde hace una semana a picar los vidrios de la ventana de la Sra E. .. ya le producía dolor de cabeza la repetición del picoteo constante, dìa a dìa, luego de picotear pateaba los vidrios, parado en una antena de radio que salìa desde la ventana de la cocina de la abuelita. - ¿por què me molestas”, le decìa... pero el pajarito continuaba dìa por dìa picoteando y pateaba los vidrios, y se iba de una ventana a la otra.ella le dijo : “¡vas a ver!, no me vas a seguir molestando”, y le pidió a su hijo mayor que trajera su escopeta para eliminarlo, pero a èste se le olvidaba y cuando la visitaba no traìa el arma.
Hasta que ella cansada del acoso del pájaro, decidiò dispararle con su revolver...y hay que ver que punterìa tiene esta señora que le apuntò cuando estaba parado en la rama del manzano frente a su ventana y ahì el pajarito se desplomò prara siempre.
El werken
Cerca de Quilmer un tìo de Nelda (mi cuñada), cuenta que se perdiò del camino y no sabìa como irse a su casa, era de noche no habìa referencias para guiarse, pasò cerca de una casa, que parecìa ser de mapuches, empezó a llamar a voces, pero estos que son muy desconfiados, no salieron, insistiendo en llamar, al rato un anciano contestò, y el hombre extraviado dijo:”estoy perdido podrían ayudarme a encontrar el camino, el hombre mapuche dijo: “yo estoy enfermo no puedo caminar pero mandarè un werken, llamò y dijo: ¡¡Werken!!, vino un niño de unos 10 años màs o menos y sin decir palabra se puso a andar adelante, el hombre lo alcanzò y quiso acariciarle la cabeza como se hace con los niños pero el werken no lo permitiò, dos veces insistiò y el niño lo esquivò no permitiendo tocarlo. Caminaron hasta llegar a un camino que reconoció que era el que iba a su casa y mirò al niño para agradecerle, pero el werken ya no estaba... habìa desaparecido.
La venta de la lana
Se dirigían a Imperial, Elba...... y su padre a vender lana esquilada, iban en una carreta a Nueva Imperial, Don Arsenio B .partiò tipo 6 de la tarde para llegar al amanecer a la ciudad, eso caminando toda la noche. La niña iba en la carreta y su padre guiaba los bueyes que tiraban la carreta la que iba cargada de sacos de lana con vellones apretados, llegarìa a primera hora a vender a las bodegas donde pesaban y revisaban la lana, no debìa ser cortada, sino vellones grandes, sin basura de paja, terrones u otras semillas, la lana de la guata del animal no sirve, la devuelven, y ahora pagan $600 el kilo, pero casi no hay donde vender por lo de las fibras sintéticas, se terminò el tejido de la lana natural, sòlo como artesanìa, pero en ese tiempo se vendìa aunque siempre han pagado poco, pero alcanzarìa para comprar azúcar, yerba mate y alguna otra cosita para suplir necesidades de la casa.
La niña Elba caminaba junto a su padre y èl con su sombrero y su manta, habìa hecho tantas veces este viaje que se conocìa cada piedra del camino, caminaba como dormido, caminaba tan cerca de la carreta que ella estaba asustada y pensò que la rueda de la carreta lo envolverìa del poncho o le tomarìa una pierna, iba en la carreta y se sentìa asustada, y que frìo hacìa, era un largo viaje, llegarìan al aclarar y tenìan mucha hambre, este es el sacrificio de vender la lana después de esquilar, limpiar y enfardar este producto de las ovejitas. Estos son recuerdos de la abuela que ahora tiene 87 años y que nos contò un dìa.
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